La mentira que nos han repetido toda la vida

21.01.2020

Y desde chicos nos han enseñado que nos falta algo, que hay que buscar quien nos complete, que necesitamos de alguien para ser felices, que tenemos que encontrar una maldita media naranja, o pera, o manzana, o una aceituna de esas que traen hueso, que jodido. Que para eso son los espacios entre tus dedos, para tomar la mano de esa persona. Al carajo nos mandan, desde los diez años, a base de pura repetición de una mentira: Que una noche con luna llena, el día que esté más triste y devastada, va a aparecer un tipo guapo, un príncipe que va a prestarme su saco para taparme del frío, que me va a secar las lágrimas con sus dedos y me va a dar un beso en la frente... Él, ese tipo que llevaba buscándome tanto tiempo y que ahora me va a salvar de mi miseria, de mi soledad, de mi patética efímera existencia para que seamos felices eternamente... Ni una sola lágrima, puras sonrisas por siempre y para siempre.

No lo tomes a mal, no es que odie al amor pero es que eso no es amor. Eso no pasa, así no es la vida. Si estás triste nadie va a venir a recogerte y a decirte: que bonita te ves llorando con los ojos hinchados, la nariz llena de mocos y esas lágrimas negras en tus cachetes, mira ven, vamos a ser felices, aquí estoy yo para completarte. No carajo, no. Así no es. Ya estás completo, no estás a la mitad. El amor no es fantasía y la vida no es una película.
Nos encanta taparle una parte al amor, esa parte donde se sufre. Nos gusta cortarlo a la mitad y doblarlo para que solo quede lo bonito.

Es en serio, no odio al amor, al contrario, lo quiero tanto que lo veo como es. Y está bien, muy bien, que alguien venga y nos diga cómo es en verdad el amor, sin tanto adorno, que nos diga cómo es de crudo y frío y que nos cuente también como te puede hacer sentir que todo es posible.

Sabes algo, yo he visto esa escena, una mujer llorando y de pronto aparece un caballero que la hace sonreír... era mi abuela y mi abuelo; la escena era real, pero sufrían juntos y se querían juntos.

Así tiene que ser el amor, con todo y lágrimas. Con raspones y cicatrices, con los días buenos y los malos. Un amor real... no de tanta fantasía. 

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